Nuevo informe: Derechos digitales de las mujeres

Resumen Ejecutivo del Informe Global

Elaborado por la Fundación World Wide Web con el apoyo de la Agencia Sueca de Cooperación para el Desarrollo Internacional (Sida, por su nombre en inglés).

  • Para leer todo el informe global (en inglés) haga clic aquí.
  • Para leer el informe (en inglés) elaborado por Fundación Karisma sobre el caso de Colombia en particular, haga clic aquí.

Resumen de los principales hallazgos

Los recientemente adoptados Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas incluyen un importante compromiso de utilizar las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) para fomentar el empoderamiento de la mujer, así como un compromiso de conectar a internet a las personas de los países menos desarrollados para 2020. Sin embargo, hasta el momento, los datos sobre la “brecha digital” entre mujeres y hombres en el uso de internet y otras TIC han sido escasos.

Este informe explora el verdadero alcance de esa brecha en nueve ciudades de nueve países en desarrollo, con el fin de tener una mejor comprensión del potencial empoderador de las TIC como armas contra la pobreza y la desigualdad de género, y las barreras que se deben superar. La investigación fue diseñada y llevada a cabo en cercana colaboración con importantes organizaciones de la sociedad civil nacional en los países estudiados.

El estereotipo de que las personas pobres en el mundo en desarrollo que de manera uniforme “se han quedado” en la oscuridad de una vida sin conexión a internet es tan engañosa como la idea opuesta: el cliché donde ahora casi todas las personas en Nairobi y Yakarta hacen uso de un teléfono celular del que brotan datos de precios de mercado, información sobre salud y oportunidades para la participación ciudadana.

Por el contrario, nuestra investigación revela una imagen de desigualdades extremas en el empoderamiento digital, que parecen comparables con mayores desigualdades sociales en relación con la búsqueda de información, voz y participación ciudadana. Por ejemplo, el uso de internet entre hombres jóvenes bien educados y estudiantes en comunidades pobres del mundo en desarrollo compite con el de los estadounidenses, mientras que el uso de internet entre mujeres adultas y sin educación es prácticamente inexistente.

Desigualdad en el acceso

Las mujeres tienen 50% menos probabilidades de estar conectadas que los hombres en el mismo grupo de edad y con niveles similar de educación e ingreso familiar.

Las mujeres tienen las mismas probabilidades que los hombres de tener un teléfono celular propio, pero tienen tres veces menos posibilidades que los hombres de similar edad, nivel educativo y posición económica de usar sus teléfonos para acceder a internet.

Los impulsores socioeconómicos más importantes de la brecha de género en el acceso a las TIC son la educación y la edad. Según el ingreso, las mujeres con algún tipo de educación media o que han completado la educación media tienen seis veces más probabilidades de estar en internet que las mujeres con educación básica o menos.

Las ciudades con mayores brechas de género a nivel educativo como Nairobi (Kenia), Kampala (Uganda), Maputo (Mozambique) y Yakarta (Indonesia) fueron también aquellas que reportaron grandes brechas de género en el acceso a internet. Por el contrario,  según nuestra muestra, en las ciudades donde los logros educativos de las mujeres superan a aquellos de los hombres (Nueva Delhi y Manila), la brecha de género en el acceso a internet se ha cerrado.

Las mujeres no conectadas citaron la falta de conocimientos y los altos costos como las principales razones para no usar internet. En los países de nuestro estudio, una asignación mensual de datos prepagados de 1GB (suficiente para apenas 13 minutos de uso de internet al día, excluyendo los costos de video) cuesta, en promedio, cerca del 10% del ingreso per cápita promedio. Eso es diez veces más de lo que le cuesta, en relación con los ingresos, a una persona promedio en los países de la OCDE por la misma cantidad de datos y es el doble de lo que gastan en salud las personas de países en desarrollo. En los países con los mayores costos de internet como proporción del ingreso promedio, nuestro estudio encontró los números más bajos de mujeres en la red y las mayores brechas de género en el uso de internet.

Desigualdad en el uso

La manera en que las personas usan internet, una vez se han conectado, también está fuertemente influenciada por las desigualdades fuera de la red. En nuestro estudio, la mayoría de las personas encuestadas de zonas urbanas pobres enfrentan amplia marginación en la vida civil y económica. Solamente una pequeña minoría busca activamente información en cualquier medio sobre temas claves para el ejercicio de sus derechos, y un porcentaje aún menor participa en el debate político o en asuntos de la comunidad. La mayoría se encuentra en trabajos precarios, informales o no tienen ningún ingreso confiable propio. Ser mujer profundiza la exclusión en cada uno de estos aspectos.

Algunos de estas personas de zonas urbanas pobres están empezando a usar internet para cambiar su situación – para adquirir una voz, buscar información, mejorar sus medios de vida o expandir sus redes más allá de los límites sociales existentes. Este grupo no solamente es pequeño, sino también desproporcionadamente masculino. Las mujeres tienen la mitad de probabilidades que los hombres de expresarse en la red, y un tercio de menos probabilidad de usar internet para buscar trabajo (según edad y educación).

Sin embargo, existe la posibilidad de que el empoderamiento digital sea más amplio y equitativo:

  • Una alta proporción de mujeres y hombres encuestados reconocen y valoran internet como espacio para comentar temas importantes, y dicen que internet ha hecho que sea más seguro para las mujeres expresar sus opiniones, a pesar de que aún no lo estén usando con este propósito.
  • La gran mayoría de las personas usuarias de internet proveniente de zonas urbanas pobres y a aprovechan las plataformas digitales como un vehículo para reforzar los vínculos sociales de los que a menudo dependen su supervivencia, lo que sugiere que el poder de la red para mejor el capital social debería ser una vía eficaz para el empoderamiento digital.
  • La educación es una gran facilitadora para el empoderamiento digital de las mujeres, lo que sugiere oportunidades para una mayor inversión en la educación de las niñas de la mano con programas específicos de capacitación en TIC en las escuelas.
  • Las brechas de género sobre cómo los hombres y las mujeres usan internet son significativas, pero no tan grades como las desigualdades de género en el acceso a internet. En otras palabras, una vez que las mujeres entran a internet, se estrecha la brecha entre mujeres y hombres usuarios en términos de empoderamiento digital. El desafío de la política es hacer crecer la minoría de mujeres que usan internet, y expandir su voz y opciones a una mayoría, tanto a través de la ampliación del acceso como enfrentando las barreras que impiden el empoderamiento de las mujeres.

En particular, las mujeres que son activas en la vida política y ciudadana “fuera de la red” no solamente tienen más probabilidades de estar conectadas, sino también tienen tres veces más probabilidades (según nivel de educación, edad e ingreso) de usar internet para expresar opiniones en asuntos importantes o polémicos que otras mujeres.  Necesitamos entender mejor esta sinergia entre la voluntad fuera y dentro de la red con el fin de aprender cómo se pueden superar las normas de género que silencian a las mujeres en ambos terrenos.

Patriarcado en la red

Aunque las experiencias reportadas de acoso por medio de las TIC fueron bajas en la mayoría de los grupos de edad, cerca de siete de cada diez mujeres jóvenes (entre 18 y 24 años) que usan internet a diario han sufrido abuso en línea.

Cerca de tres de cada diez hombres estuvieron de acuerdo de que internet debería ser un espacio controlado por hombres, pero solo dos de cada diez mujeres coincidieron. Solo una pequeña fracción de las mujeres dijeron que no usan internet porque “no es apropiado” para ellas o que no se les permite hacerlo. Sin embargo, tales actitudes fueron mucho más frecuente en algunas ciudades que en otras. En Nueva Delhi y Manila, por ejemplo, casi dos tercios de los hombres estuvieron de acuerdo con la afirmación de que a las mujeres no se les debería permitir usar internet en espacios públicos, y más de la mitad coincidió en que los hombres tienen la responsabilidad de restringir lo que las mujeres buscan en la red. Aun así, esas fueron las dos ciudades con los mayores niveles de uso de internet entre mujeres, lo que sugiere que las creencias patriarcales no necesariamente les impide estar en la red. Sin embargo, se necesita mayor investigación para explorar cómo, dónde y cuándo el uso de internet por las mujeres contribuye a la autocensura.

Resumen de las recomendaciones clave

No vamos a cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible sobre el acceso universal a internet y empoderamiento de las mujeres a través de las TIC a menos que se diseñe específicamente una política de tecnología para enfrentar y superar las excesivas desigualdades de género, educación e ingreso planteadas en este estudio.

Los detalles completos de cada recomendación se pueden encontrar al final del informe, pero los fundamentales incluyen:

  1. Establecer objetivos con plazo determinado para la igualdad en el acceso a internet, su usos y habilidades, por género y nivel de ingreso. Nuestro Índice Web de 2014 muestra que muchas de las estrategias nacionales de TIC o planes de banda ancha incluyen, a lo sumo, un compromiso retórico a la igualdad de género. Algunos tienen un mosaico de programas e iniciativas interesantes aunque a pequeña escala, pero se necesitan objetivos dominantes vinculados con asignaciones presupuestarias para asegurar coherencia, coordinación y escala.
  2. Enseñar habilidades digitales desde la educación básica en adelante. Nuestros hallazgos señalan la abrumadora diferencia que la educación hace en el uso de la tecnología por las mujeres, incluso frente a otros factores como el ingreso y la edad. Al asegurar que los planes de estudios de la educación básica y media incluyan conceptos básicos de alfabetización digital, se pueden aprovechar las tasas de matrículas de primaria, cercanas al 100%, para abrir oportunidades digitales para todas las personas.
  3. Romper la barrera de la asequibilidad. Abaratar la banda ancha no solo es la mejor manera de hacer que más personas se conecten, sino también es un requisito para permitirles estar en la red, y navegar por más tiempo y con más frecuencia, de manera que puedan aprovechar más oportunidades digitales. Por ejemplo, las mujeres que pueden estar en línea todos los días tienen casi tres veces más probabilidades que las usuarias no frecuentes de indicar que internet las ha ayudado a aumentar sus ingresos.
  4. Hacer del diseño centrado en la mujer una práctica. El impacto de los servicios en línea podría aumentar dramáticamente si se define a la persona usuaria final como una mujer y no solo como un persona “consumidora” genérica. La experiencia muestra que cuando las mujeres no son consultadas, los productos y servicios a menudo están destinados al fracaso. Cuando las entidades gubernamentales y los donantes invierten en esos servicios, el objetivo número uno para lograr el éxito debe ser la captación de las mujeres de bajos ingresos.
  5. Hacer de la participación ciudadana y política de la mujer un objetivo explícito. La pequeña minoría de mujeres pobres que ya es activa en la vida política o comunitaria no solo tiene mucha más probabilidad de estar en la red, sino también tienen muchas más posibilidades de usar la tecnología de forma transformativa. Las legislaturas deben trabajar con grupos de mujeres para encontrar maneras en las que las tecnologías puedan ayudar a la mujer a aumentar su participación, voz y poder “fuera de internet”.
  6. Combatir la violencia y el acoso en línea de la mujer. En el 74% de los países incluidos en el Índice Web, las fuerzas del orden públicos y los tribunales no están tomando las acciones apropiadas en situaciones en que donde las TIC son utilizadas para cometer actos de violencia de género. Los gobiernos deben capacitar  a las fuerzas del orden público, los profesionales del derecho y la judicatura sobre cómo lidiar con la violencia contra la mujer cometida a través de las TIC.
  7. No es (solo) la tecnología, tonto. Ni los ministerios de comunicaciones, que normalmente han asumido la responsabilidad sobre las estrategias nacionales de TIC, ni los ministerios de género, en donde existen, pueden lograr por su cuenta los Objetivos de Desarrollo Sostenible sobre el acceso a internet o el empoderamiento digital de la mujer. Además, nuestros hallazgos subrayan la lección de que empoderar a las mujeres no se da en compartimentos estancos catalogados como “fuera de la red” y “en línea”, sino que requiere progresos en varios frentes y de manera simultánea. Las entidades gubernamentales, los grupos de la sociedad civil y los agentes del sector privado deberán trabajar conjuntamente para garantizar que las iniciativas de las TIC se integren sistemáticamente con los esfuerzos más amplios para expandir las opciones y capacidades de las mujeres en el mercado labor, en el hogar, en la escuela y en la vida pública. Puede ser un buen punto de partida la capacitación de las personas hacedoras de política en diferentes sectores (como salud, educación, pequeña empresa, agricultura) con el fin de que comprendan y empleen el potencial de las TIC para enfrentar la pobreza y la desigualdad de género.